EL SUICIDIO MÁS BONITO DEL MUNDO:
Elegí mirarte después de verte.
Me propuse enamorar tus miedos y quitártelos.
Concedí mi valor a la muerte,
abracé a la esperanza con mi vida.
Te puse por nombre poesía:
«La chica de la catástrofe preciosa».
Lo nuestro fue un ápice de esperanza.
Viajé miles kilómetros cuando te miré a los ojos.
Contestaste mis dudas, canalizaste mi emoción.
Me abrazaste como sólo abrazan las tormentas:
haciéndome daño, pero sin dejar de ser hermosa.
Te quise aun sabiendo las consecuencias,
así que eres mi acto de valentía más grande.
Eres tan imposible como deseable,
un anacronismo sentimental:
un puñado de sal en la herida.
Escribo esto con un nudo en la garganta.
No de esos que dan ganas de llorar,
sino de aquellos otros
que dan ganas de morirse.
Me he enamorado como juré no hacerlo nunca.
Sinceramente,
eres lo peor que siempre quise que me pasara.
Me enamoras con esa sonrisa que destroza,
que pasa de largo,
que se detiene en quién sabe dónde
pero que nunca sale de mi mente.
Me enamoras con tu ausencia tan presente,
tan mía y ajena,
tan tuya e impropia.
Me enamora tu
«me voy cuando se me da la gana»
y me abro más la herida con mi
«te seguiré adonde vayas».
No sé si quererte es lo que hago,
o si incluso lo que no hago
me lleva a quererte.
Sólo sé que estoy a un salto de distancia
del suicidio más bonito del mundo.
Y tienes que saberlo:
Lo nuestro es tan involuntario
como intencional.
Me enamoras y es inevitable.
Aunque no quieras
y aunque yo no quiera querer.
DONDE LA LUZ NO LLEGA:
A ella le gustaba la noche.
Admiraba la luna, las estrellas.
Alguna vez me dijo que quería irse lejos.
«Allá, donde la luz no llega.»
No era musa, pero no por falta de atributos.
No era musa porque ningún poeta la había visto.
Sólo yo podía verla cuanto hubiese querido,
porque solía esperarla para escapar juntos.
Aunque el único que escapaba era yo.
Ella tenía al mundo en sus manos
y ser preso de sus silencios
era mi manera de ser libre.
Recuerdo una noche de aquellas
en las que la hice reír tanto
que le salieron lágrimas de los ojos.
«Eres un sol», me dijo.
Por desgracia, yo quería ser luna.
Porque a ella le gustaba la noche...
CAMINOS QUE SE ALEJABAN:
Era demasiado tarde y tú lo sabías.
Volvimos a aquel verano,
creyendo que el pasado
nos iba a dejar en paz.
Fuimos felices, para qué engañarnos.
La única queja que tengo
es no haber tenido más tiempo.
Tuve cien errores y doscientos perdones.
Tuviste mil te quieros y el doble de olvidos.
Fueron tres días y quinientas noches
las que marcaron esta historia infinita.
Nos quisimos como aquellos que se pertenecen,
pensando que el mundo
puede caber en un beso.
Y nos dimos tantos que perdió el sentido.
El amor también se cansa de lo bonito.
Y es triste saber que este desastre
fue lo que mejor me salió hacer
sin saber lo que hacía.
Pero me dijiste te quiero
y con tu mano cerraste mis ojos
para que se me olviden por completo
las flores de tus pestañas.
Me abrazaste, pero sentí tu frío
temblarme en el pecho.
Volví mi vista hacia tus ojos
y en ellos vi caminos que se alejaban.
pero iba a ser inútil.
El amor no entiende de rescates.
Y tú sabías eso,
que se nos había hecho tarde.
Demasiado tarde.
EFÍMERA:
Fuiste como una rosa,
porque me gustabas, pero también dolías.
Te quería mía, y me alejabas;
eras delicada, pero lastimabas.
Fuiste como el regalo sorpresa más bonito,
porque nunca te pedí, y nunca te devolví;
y sin embargo,
ya no te tengo.
MINUTOS INERTES:
Te vi bajo la sombra de flores marchitas,
y tu sonrisa encarcelada me habló a gritos,
me dijo ven,
te necesito,
abrázame,
hazme un sitio a tu lado.
Hacía frío, no podía negarlo.
La lluvia había dejado tras su paso
un mar de gente deambulando a solas
por calles que se hacían más largas
con cada minuto.´
Tú fuiste la única que se quedó atada
a la esperanza como quien se guarece
de un temporal inevitable.
Quise abrazarte pero no pude frenar tu ahogo,
quise llevarte pero no te pude mover de tu sitio,
quise darte calor pero no dejaste de temblar de frío.
Y esas flores marchitas
que la presión del clima maldijo con la muerte,
se deshojaron con tu ausencia,
buscando tus pasos que se alejaban conmigo,
mientras la lluvia hacía una segunda entrada
en los minutos inertes de esta ciudad maldita.
CARTA POÉTICA PARA SABINA:
Viniste como un rayo de luz en la mañana;
te anhelé toda la noche,
pero no quería despertarme todavía.
Tu amor embelleció mi ruinoso paisaje,
tu silencio hacía compañía a mi tristeza.
No quería enlazarme a tener algo serio,
tenía miedo de que de verdad me gustaras
y te quedaras en mi mente de por vida.
Pero la promesa que uno a sí mismo hace,
siempre se rompe con la llegada del amor.
Pasó el tiempo y te fuiste ganando un lugar en mi vida;
ya no me sentía solo;
estabas tú conmigo.
Y de pronto ya no quería dejarte,
esto iba en serio.
Pero el destino es astuto y cruel y puso inseguridad en tu mente.
Tú apostaste todo al principio por un nosotros,
pero el tiempo pasa y las cosas también.
Decidiste alejarme de ti
diciéndome que otro corazón intentó y logró tomar mi lugar en tu vida.
Me dejaste
y mi error fue resignarme muy rápido.
Me rendí sin haber luchado y me arrepentí de
un pecado que no cometí.
Es confuso.
Te llevaste todo, pero olvidaste algo;
tu amor late aún en este corazón,
que comprendió que te amaba cuando ya te habías ido.
Y lloro al recordar lo que pudimos haber sido.
Lloro porque no sé si te perdí o nunca te he tenido.
Pero basta de melancolías,
quiero dejar mi orgullo porque mi sentimiento es más grande.
Sé que estás leyendo esto,
Y por más orgullo que haya mostrado: Te extraño.
Te extraño por muy imposible que eso te parezca.
A pesar de que al principio haya demostrado que no quiero verte,
te quiero de vuelta.
Quiero demostrarte que podemos intentarlo.
Ahora estoy seguro de que te quiero en mi vida;
tal vez por un tiempo,
tal vez para siempre.
Eso sólo lo sabe Dios.
Mientras tanto,
Atrevámonos a vivir algo
a lo que anteriormente
nos hemos limitado a soñar.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada